El 24 de julio es una fecha muy importante para nosotros, los Antonautas na Iagosfera, porque cumple años el comandante antonauta pequeño. Con este verano de calor que estamos teniendo en Galicia, queríamos celebrarlo al aire libre y en un sitio diferente. Tras una búsqueda de lugares con merenderos, nos decidimos por A Illa de Arousa y, dentro de ella, pasamos el día sin salir de la península que su orografía dibuja al noroeste.
El merendero que escogimos está situado en el punto más alto de la isla, que apenas supera los sesenta metros de altitud, en Monte Palmeira. Allí encontramos un área de recreo con mesas y bancos de piedra, un pequeño parque infantil, un hórreo y un palomar.
No obstante, su gran atractivo, al que debe el nombre de Con do Forno, radica en el gran penedo (piedra o con) que la corona y sobre el cual fue colocada en la década de los sesenta una gran escultura pétrea del Sagrado Corazón de Jesús, conocido popularmente como O Santo. La página web de A Illa (www.ailladearousa.com) explica que la escultura tardó un año en realizarse y que, debido a sus dimensiones, tuvo que ser construída en cinco piezas, trasladadas al mirador por el primer vehículo a motor que hubo en la isla, A Cachonda.
Al pie de la imagen podemos disfutar de una panorámica de casi toda la Illa con los puertos de Xufre y de O Campo en primer término. Al fondo, podemos seguir la línea de costa desde Vilagarcía hasta Cambados pasando por Vilanova y, por supuesto, por el puente que une la isla al continente. Con sus dos kilómetros es el más largo de Galicia y su inauguración, en 1985, fue todo un acontecimiento. Yo recuerdo haber ido con mis padres a verlo con la excusa de un partido, supongo que amistoso, entre el Compos y el Céltiga.
El lugar merece la pena y, con A Illa en plena celebración de la Festa da Navalla y después de tener que hacer los últimos kilómetros en caravana para llegar, resultó que en las dos o tres horas que estuvimos en O Con do Forno apenas coincidimos con algunos visitantes. Cierto es que, a pesar de los pinos y eucaliptos, a nadie se le ocurrió poner alguna mesa a la sombra. Nosotros nos arrimamos a este espectacular con y, al igual que otra familia, capeamos el temporal con sombrillas.
Después de soplar las tres velas, nos dirigimos a la playa que queda justo detrás del mirador, la de Area da Secada, una de las de la isla que aún no conocíamos. El acceso puede realizarse por los dos extremos; nosotros dejamos el coche en el aparcamiento del Igafa (Instituto Galego de Formación en Acuicultura) y nos dirigimos al arenal caminando por una ancha pasarela de madera, que permite el paseo tanto a pie como en bici.
El camino tiene bastante sombra del gran pinar que circunda la playa y ofrece bonitas estampas en las que se unen el azul del mar salpicado por decenas de bateas, el gris de la piedra de los peculiares cons y el verde de los árboles. Vimos muchísimas familias con mesas y sillas que habían ido a comer y pasar el día, y también que la gente aprovechaba para tomar el sol y bañarse tanto las rocas como pequeñas calas.
La playa de Area da Secada es muy bonita. Tiene forma de concha y en uno de sus extremos, el contrario a nuestro acceso, se encuentra el famoso faro de Punta Cabalo (mucho mejor señalizado que O Con do Forno y, si preguntas en A Illa por un mirador, te mandarán allí seguro). Enfrente, se divisa la costa barbanzana, que quedaba a nuestras espaldas en O Con do Forno y que ocupa la otra orilla de la ría de Arousa.
Ondea en el arenal la bandera azul pues cuenta con todos los servicios: socorrista, aseos públicos limpios y con agua, silla anfibio para personas con movilidad reducida, el gran pinar del que hablábamos (repleto de picnics y hamacas) y dos chiringuitos que ofrecen raciones y bocadillos. También se pueden alquilar pedaletas y kayaks.
El gran pero que le encontramos a la playa es que se queda en nada con la subida de la marea. Os advertimos así mismo de que es un paraíso para las pulgas de arena y que el borde del mar está cubierto de restos de conchas. El agua ciertamente está fría, aunque casi se agradecía con el calor que hacía, y, si vais con niños, lo mejor es que es un plato y pueden jugar tranquilamente en la orilla.
El objetivo de la próxima visita a A Illa será volver, para hablaros de él, al parque natural de O Carreirón y yo tengo entre ceja y ceja el islote Areoso, bautizado como el Caribe gallego. La cuestión es que sólo es accesible en barco. ¿Vosotros lo conocéis?
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