Para iniciar este paseo por Sar, recomendamos llegar al barrio desde Pontepedriña disfrutando de la ruta fluvial acondicionadas en las Brañas de Sar y alcanzar el puente románico sobre el que salvan el río los vehículos y bajo el cual nos encontramos con un niño navegando su barco de plástico. Nos parece una fantástica idea, que queda anotada para la próxima ocasión, y nosotros continuamos camino bordeando los muros del recinto de la Colexiata de Santa María a Real de Sar para alcanzar la amplia explanada empedrada y la peculiar estampa que ofrece la edificación.
Se trata de un templo románico, que llama la atención ya a primera vista debido a unos poderosos arbotantes barrocos que sirven para sustentar sus inclinadas paredes. Porque sí, se inclinan como la torre de Pisa, no se sabe si por defecto de construcción o por lo inestable del terreno sobre el que se levantan. O por ambas cosas. Pero sea como sea, convierten la iglesia, en cuyos pilares se aprecia mejor esta inclinación, en una visita obligada. Por una entrada de 2 euros, puede visitarse además un pequeño museo de arte sacro y el único claustro que conserva en Santiago algunas arcadas del románico. La visita puede hacerse por la mañana de once a dos o por la tarde entre las 16:30 y las 19:30 horas.
Aunque hemos de reconocer que no son estos detalles los que llaman la atención de los pequeños antonautas en este paseo por Sar. Ellos optan por correr a la pequeña puerta metálica que da paso al parque infantil. De arena, con tres toboganes, redes para trepar, columpios, balancín, juegos de muelles, campo de fútbol de tierra y… bancos de madera, mesas de piedra y hasta hórreo y cruceiro. Sin posibilidad de escapatoria a no ser por la mencionada puerta. Ideal para jugar, para merendar, para descansar… Sencillamente, espectacular.
Recomendamos, no obstante, no acabar aquí el paseo por Sar y, volviendo al puente (los peatones cruzan por un paso paralelo), tomar en dirección contraria para meterse por la Corredoira de Picaños y, ascendiendo entre casas con tierras de labradío (sobrevive el rural), llegar al lavadero de Picaños, pues se trata de una peculiar construcción con planta octogonal y ocho zonas independientes de lavado.
Por último, volviendo sobre nuestros pasos de nuevo hacia la rúa de Sar, veremos enfrente del inicio de la Corredoira unas escaleras que nos transportan de nuevo a otro paisaje distinto y que a los peques les va a encantar. Hablo de la blanca y recogida plaza de Pepe Noya, un remanso de pan con césped y parque infantil, este con suelo de caucho.
Desde aquí ya se accede al camino que lleva al Multiusos, donde encontraremos un área de aparcamiento, y tenemos también la opción de continuar el paseo adentrándonos en el Bosque de Galicia, una de las áreas de esparcimiento que ofrecen el monte Gaiás y la Cidade da Cultura. ¿Os ha gustado este paseo por Sar?
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