La rúa de Carretas se ha convertido en peatonal con la remodelación
Los antonautas somos muy de explorar así que no nos hizo falta más que un rayo de sol para que hace ya unos días corriésemos a descubrir el renovado aspecto de la rúa Carretas y las instalaciones de la nueva Oficina del Peregrino, es decir, el antiguo asilo. Incautos de nosotros, intentamos acceder desde la rúa de Domingo García Sabell pero allí nos recibió un vigilante que, sin la credencial correspondiente, no nos dejó entrar. «Son instalaciones privadas«, nos contestó, obviando que la Xunta destinó a su rehabilitación 1,5 millones de euros procedentes de las aportaciones de todos los gallegos. Pero en fin, la cuestión es que nada podemos contar del «amplio jardín», del cual pudimos entrever un cruceiro y que todavía continúan las obras, y mucho menos de la escalinata o la capilla (con acceso desde Carretas) en la que se encuentran, dicen, las reliquias de san Amaro Ronconi o el papa Juan XXIII.
La rúa Carretas, tan enlosada y encalada, no nos defraudó, otra cosa es que parezca Santiago, con tanto blanco cubriendo piedra y musgo. Comprobamos que Viajes Viloria ya se ha instalado para ofrecer excursiones de jornada única a los peregrinos (felicidades) y que ha aumentado la competencia del Restaurante Carretas en el que tantas nécoras lleva diseccionadas el escritor Alfredo Conde.
El plan alternativo a la entrada en el antiguo asilo fue ir a ver el carruaje que exhibe el Hostal dos Reis Católicos en la Costa do Cristo, pararnos en la fuente de Carretas enfrente de San Fructuoso, imaginar las aventuras de todos esos coches de policía aparcados ante la sede la comisaría local y, el plato fuerte, perdernos en el laberinto de bog de la rúa da Trinidade, que con fortuna sustituyó a aquel mazacote que se erigió en el famoso Xacobeo’93 como centro provisional de acogida a peregrinos, y que es, doy fe, uno de los lugares más interesantes de la ciudad para jugar al escondite y/o comer la merienda.

El aviso para navegantes foráneos es que cuenta con mesas y bancos de piedra para descansar, comerse el bocadillo o incluso hacer un picnic a dos pasos de la catedral. Además, si quieres continuar el paseo, te encuentras en el inicio de la rúa de Hortas, una de las más bonitas de Santiago y en donde se encuentra Casa Marcelo, el único local de restauración en la ciudad reconocido con una estrella Michelín. No será por opciones para todos los gustos y bolsillos.
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